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La Leyenda de las Tres Insignias

En los anales más antiguos del Libro de la Tierra Hueca, se habla de un tiempo en que el Gran Reino de Ámbar se extendía sin límites bajo raíces y piedras. Era una época de prosperidad, cuando las cámaras rebosaban de grano y el murmullo de millones de pasos resonaba como un canto de victoria.

Pero la paz no nació sola: fue forjada y custodiada por tres guardianes eternos, cuyas gestas se entrelazaron con la misma tierra. Cada uno portaba un emblema sagrado, forjado con arte y propósito, destinado a proteger a la colonia contra todo mal.

Con el pasar de las eras, las Tres Insignias se dispersaron, ocultas por el destino en manos de quien se mostrase digno. Una profecía, susurrada entre las raíces, asegura que aquel que reúna los tres emblemas será proclamado Protector del Ámbar y será custodio de hormigueros que jamás conocerán la escasez.

Los Guardianes del Ámbar

Reina Aurelia

Señora de las mil cámaras

En los días en que el Reino de Ámbar se extendía bajo la raíz del Gran Roble, la Reina Aurelia reinó con distancia majestuosa y sabiduría fría. 

Al alzarse con el cetro, su sola presencia ordenaba enjambres y acallaba disputas; ninguna voz se elevaba por encima de la suya. 

Durante la Gran Amenaza, fue Aurelia quien llamó a los clanes y selló la alianza que salvaría al hormiguero: un corazón imperturbable guiando a todos hacia la misma luz.

Sir Mandíbulus

Centinela de las Puertas de Raíz

Forjada por el combate y el deber, el capitán Sir Mandíbulus custodia la Puerta de Raíz como muralla viviente. Su exoesqueleto marcado por cicatrices habla de campañas sin cuento; su disciplina, de noches en vela escuchando la tierra. 

En la hora más oscura, sostuvo la línea con espada en alto, comprando el tiempo que el Reino necesitaba para unir fuerzas. 

Sin su firmeza, la alianza de Aurelia y la maniobra de Borax no habrían encontrado ocasión: el hormiguero se mantuvo porque Sir Mandíbulus no cedió.

Borax

Maestro de las Profundidades

Humilde entre los suyos, Borax conoce la tierra como un mapa grabado en la memoria. Con martillo y pico ceñidos a un cinturón de hojas y fibras, y un saco de cáscara al hombro, recorre túneles olvidados buscando rutas seguras y sustento. 

Fue él quien halló, bajo la raíz hueca, el pasaje que permitió flanquear al enemigo y sellar la Grieta desde dentro. 

Su trabajo no viste gloria, pero sostiene todo lo demás: sin Borax, no hay camino; sin camino, no hay victoria.

Las Insignias han despertado bajo la raíz del Gran Roble.

¿Responderás a la profecía del Reino de Ámbar?

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